martes, 2 de agosto de 2016

El Faro que ilumina Madrid

Una de las zonas de Madrid por las que siempre he sentido cierta atracción urbanístico-paisajística y la querencia nostálgica de un lugar que fue de diario paso en un tiempo pretérito de mi vida, es la zona de Moncloa. Como si de un menhir contemporáneo se tratara, uno de los elementos centrales de la zona y una de las atracciones más impactantes de la ciudad es el llamado Faro de Moncloa. Este Faro “cuasi extraterrestre” como ya lo describí hace hoy 4 años, se asemeja a los “platillos volantes” que existen en el distrito neoyorkino de Queens levantados para la Feria Mundial de 1964 y que pudimos ver en nuestra juventud en la película Men in Black. El Faro, que estuvo muchos años clausurado al visitante, fue reabierto en abril de 2015, y pese al incendio que sufrió el pasado 28 de enero, hoy podemos disfrutar de todo aquello que nos permite ver desde su interior, su verdadero tesoro.


Imagen disponible en la página web del Faro de Moncloa

Aunque de aspecto tosco y hojalatado, no alberga belleza alguna per se, sino que es balcón privilegiado para poder contemplar una de las mejores panorámicas de la ciudad de Madrid. Erigido a principios de los años 90 con motivo de la capitalidad cultural europea de Madrid de 1992 (año mágico por antonomasia para España), se trata de una torre metálica de 110 metros de altura con un gran observatorio situado a 92 metros sobre la carretera de  La Coruña. Desde él se puede pasear visualmente por la totalidad del horizonte madrileño y disfrutar de esas maravillosas vistas protegidos del ruidoso ir y venir de la vida de la gran urbe que hay allá abajo.

Empezando en la parte este del semicírculo que es el observatorio, veremos en todo su esplendor la zona de Cuatro Torres en la Castellana Norte por donde la ciudad va terminando, e ir descendiendo mentalmente hacia el sur, hacia Plaza de Castilla con sus icónicas Torres KIO. Zona financiera de grandes rascacielos, continuaremos con otros grandes edificios de la Zona AZCA, como son la Torre Europa, la Torre Picasso (hermana de las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York), o la Torre Titania, que vino a sustituir a la incendiada Torre Windsor sobre el solar que dejó ésta última en 2005.




Bajando hacia el sur, podremos contemplar el inmenso puzzle de edificios que van saliendo de la almendra madrileña, desde la ordenada disposición urbanística decimonónica del Plan Castro, hasta conocidas siluetas del skyline de Madrid, tales como el Pirulí de RTVE, Torres Blancas o los edificios que se sitúan en el eje de la Gran Vía, desde los rascacielos de Plaza de España, pasando por el edificio de la Telefónica, hasta el actual Ayuntamiento de Madrid situado en la plaza de Cibeles.

Más al sur de este eje destacan por su belleza visual el edificio de la Ópera junto al Palacio Real y la Catedral de la Almudena, así como la cúpula de la Basílica de San Francisco el Grande. Al otro lado del Campo del Moro y junto al río Manzanares, se ubican frente a nosotros el Parque del Oeste y más allá de él la verdísima inmensidad de la Casa de Campo, antiguos terrenos para el esparcimiento real. Subiendo de nuevo al norte al bordear el semicírculo del faro, podemos contemplar con detalle la cercana Ciudad Universitaria, campus que fue ideado en la tercera década del siglo XX por el rey Alfonso XIII a imitación de los campus británicos. Lugar emblemático sin duda para mí en mis tiempos de estudiante, inicio y destino de mis recorridos juveniles de hace años cuando por entonces también fui madrileño y por los que luego continuaba por este camino idealizado en mi ser: Moncloa, calle Princesa, plaza de España, Príncipe Pío.

Al fondo en el horizonte, la Sierra de Guadarrama, que guarda un nexo histórico-político con la zona de Moncloa. Tantos kilómetros de distancia, unidos por uno de los momentos más duros de la Historia reciente de nuestro país, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco. En los años 30 nos encontrábamos en los límites de una ciudad en expansión. La Ciudad Universitaria estaba en sus inicios, con algunos edificios en pie, y al inicio de la calle Princesa desde Moncloa, donde hoy podemos ver el edificio del Ejército del Aire (Ministerio del Aire durante el franquismo), antes se levantaba la Cárcel Modelo. Toda la zona fue un enclave de suma importancia en los primeros momentos de la guerra en 1936. Las cárceles tras la sublevación del mes de julio se encontraban hacinadas de militares y gentes “de derechas”, a los que los miembros del Frente Popular acusaban de “quintacolumnistas”, aquellos que desde dentro de la ciudad apoyarían a los rebeldes frente a la República frentepopulista. Debido al avance rebelde hacia Madrid, el Gobierno de la República temió una rápida conquista de la ciudad por parte de los militares sublevados, por lo que decidieron trasladar el Gobierno a Valencia. La zona de Moncloa se convirtió en zona de lucha, los enfrentamientos entre los dos bandos se encarnizaron en Ciudad Universitaria, por donde aún se pueden encontrar vestigios de la pugna, como diversos búnkeres. Mientras los sublevados bombardeaban la zona desde el cercano Cerro Garabitas, el Gobierno de la República vaciaba la cercana Cárcel Modelo de desafectos al régimen republicano con la intención de evacuarlos a Valencia y evitar que se sumaran al enemigo, que nunca mejor dicho, estaba a las puertas. El destino de esos presos es bien conocido, pues las sacas que primero en agosto de 1936 (con víctimas como el político Melquíades Álvarez o el aviador Julio Ruiz de Alda) y posteriormente en el otoño de ese año condujeron a miles de personas a la muerte más atroz, cuyos restos por ejemplo fueron a ocupar fosas comunes en Torrejón de Ardoz y Paracuellos del Jarama, entre los cuales se encontraba el escritor Pedro Muñoz Seca. En este primer momento los sublevados no entraron y la guerra prosiguió durante casi dos años y medio más.




Es pues esta zona un lugar clave en el “martirologio” del franquismo. Junto a la demolida Cárcel Modelo se levantó el Arco de la Victoria, con el que el franquismo conmemoraba la batalla que aquí tuvo lugar para la conquista de Madrid. Frente al arco, se levanta el edificio de la Junta Municipal del Distrito Moncloa-Aravaca, que en sus orígenes se construyó como homenaje a "los Caídos por Dios y por España". Hoy nos dan muestras de ello las cientos de cruces que adornan exteriormente el edificio en recuerdo por los aquí fallecidos. Además, la zona de Moncloa a través del Arco de la Victoria se une ideológicamente a la gran cruz del Valle de los Caídos que en Cuelgamuros en la Sierra de Guadarrama el franquismo levantó para glorificar a los fallecidos en la guerra. Como un arco del triunfo romano que los vencedores colocaron en la puerta de acceso a la ciudad del “No Pasarán”, en tiempos despejados puede contemplarse a través del vano de este arco franquista la cruz del Valle de los Caídos; resultando por tanto ser un verdadero elemento simbólico de exaltación política como si la victoria conseguida en la Guerra y de la cual Moncloa es lugar paradigmático, pasara a la conmemoración de los Caídos en la contienda, "por Dios y por España" que descansan en la Sierra de Guadarrama bajo esa enorme mole de piedra.

Ochenta años después la zona ha cambiado para mejor. Y el Faro así nos lo demuestra, pues si bien es verdad que la función de un faro es la de iluminar o guiar a los barcos a través de la oscuridad, éste que aquí nos ha ocupado, iluminar y guiar al modo tradicional, lo hace poco. Es como si estuviéramos en un faro invertido, pues una vez dentro, esa luminosidad de la ciudad de los "gatos" nos llega muy profundamente. Es un Faro que además ilumina el futuro de Madrid con el recuerdo de aquellos, da igual el bando y más allá de rencores fratricidas, que en estas tierras dejaron su vida. Durante las luchas del otoño de 1936 las tierras de esta zona de Ciudad Universitaria se volvieron rojas de espanto frente a una tierra que era de cultivo de la mente y la sapiencia. Hoy ha vuelto a ser lo que debería de haber sido desde el principio, cuna de saberes y amor por el conocimiento. Es el Faro que sobre las penalidades del pasado se levanta por encima de tristes recuerdos para iluminar el futuro de la ciudad, es el Faro que nos ilumina la mente con la gran urbe que es Madrid.